lunes, 23 de marzo de 2020

Unas Caricias no tan chidas


Unas Caricias no tan chidas

            MAEM

Lo políticamente correcto siempre me ha parecido la mejor manera de hacer un comentario culero e hiriente de una forma no tan culera e hiriente. Pero en este caso me resigno, no puedo usar un lenguaje políticamente correcto para hablar de la obra Caricias, dirigida por Gabriel Figueroa Pacheco, que no fue para nada condescendiente con los ojos y oídos de sus espectadores. ¿Acaso los actores y el director no se dieron cuenta de la calamidad que estaban llevando a la escena?

            Pues bien, Caricias llegó a Xalapa, Veracruz, el 11 de noviembre del año pasado con el Festival Escénica Contemporánea, y tuvo, gracias a que el acceso era gratuito, media sala a llenar. ¿Cuántos quedamos al final? No sabría decirles, las entradas y salidas al teatro parecían un lunes de frutas y verduras de cualquier súper en un país tercermundista. Desde un inicio la obra se planteó no con diálogos sino con gritos y más gritos. ¡Dios de bondad!, para entender la violencia también hay que callar un poco, hermanos. Las escenas también cayeron en el lugar común de los golpes y golpes, e insultos e insultos. Oigan pues, ¿qué no llevaron actuación? ¿Sí saben que debe haber matices en la acción?

            En fin, tres horas duró el martirio, tal vez un poco más un poco menos, de las “historias” que intentaban “representar” un cuadro de las diferentes manifestaciones que tiene la violencia, como sería una mentira, una traición, que en mi opinión − y sé que muchas otras personas de la Universidad pensaron lo mismo− no fueron más que acciones narrativas e interpretativas tan planas como mis nalgas después de estar tantas horas sentada. Si decides ver Caricias es porque te gustan los desnudos injustificados, los gritos, los malos chistes y el trabajo de personas irresponsables con una beca del FONCA.

Saludos cordiales.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario